Mujeres en escena

Por estos días tenemos una pregunta en la cabeza: ¿para qué sirven los archivos? Estas pilas de documentos, fotografías, pinturas y casetes que guardamos con recelo en nuestras salas, ¿qué dicen de nosotros? ¿Son mero afán de acumulación, una obsesión con el pasado, una extravagancia hípster? Nada de eso. Los archivos conservan y protegen nuestra memoria en común. Si no hubiera existido alguna vez esta voluntad, la de coleccionar y conservar, correríamos el peligro de perder la memoria de la humanidad.  

 La invención de los archivos y de los soportes que funcionan como extensión de nuestra memoria, nos abren una puerta para conectarnos con aquellos que nos antecedieron y que todavía tienen algo para decirnos sobre el porvenir en esas caligrafías a veces incomprensibles. Ahora bien, qué conservamos y cómo lo conservamos está ligado a las políticas de la memoria. Cada generación elige sus batallas, como dicen por ahí, y lo que está pasando con las mujeres actualmente no es una casualidad. Aunque nuestra aparición en la escena de la historia es reciente, eso no significa que no existiéramos antes. Pasa que para el relato de la historia oficial del siglo pasado no éramos importantes, toda vez que los héroes, las guerras, la política y la acción del Estado acaparaban los titulares.  

El asunto está, como se sabe, en saber mirar y cuestionarse las ausencias. En esta edición queremos presentarles, brevemente, dos escritos que hacen parte del acervo histórico de Sala Antioquia y que evidencian cómo han cambiado las formas en que las mujeres se han expresado y entendido a sí mismas en la sociedad antioqueña. 

Empezamos por la ferviente Novena eficaz para la consecución de un marido, publicada durante los primeros años del siglo XX por la Editorial Atlántida. Esta publicación revela la mentalidad tradicional sobre el rol de la mujer en una época en la que el matrimonio era el fin último en la vida de las mujeres devotas y preocupadas por la idea de la soltería.  

 

NOVENA EFICAZ... 2.jpg

 “San Antonio. Dame marido. Esperanza de las comprometidas. Dame marido. Alivio de las feas. Dame marido”, repetían con juicio”. Las instrucciones son sencillas. En el tono devocional de las oraciones, letanías, gozos y jaculatorias —cual novena de aguinaldos se tratara—, esta es una novena que incomoda tanto como entretiene y versa con el humor antioqueño. La invocación en todo el relato es la misma: “Amparo de las archivadas. Dame marido. Consuelo de las tristes. Dame marido (…). Que por tu santa protección nosotras encontremos matrimonio. Amén”.  

 Si se analiza bien pone en evidencia el mito jocoso que rodeaba la figura de la mujer soltera para aquella época, pues el ideal de la esposa y madre competía con el afán de contraer matrimonio para no “quedarse vistiendo santos”, y eso equivaldría a hacer acopio de cuanta estrategia descabellada se cruzara por la mente de las casamenteras. 

BRUJAS 1.jpg

Por otro lado, en la década de los 80, luego del primer Congreso Feminista Latinoamericano y del Caribe llevado a cabo en 1981 en Bogotá, varias mujeres universitarias se reunieron con el fin de abrir espacios de reflexión y abordar de manera crítica temas como la sexualidad, el cuerpo femenino y el feminismo. Ese afán por desafiar las ideas más arcaicas de su época las llevó a crear Brujas, una publicación que circuló en Medellín entre 1982 y 1987. En sus siete números podemos encontrar transcripciones y traducciones de charlas y conferencias, experiencias personales, opiniones, poemas, reflexiones y entrevistas que dan cuenta de los cambios en la educación, conciencia y apropiación del cuerpo y la palabra por parte de las mujeres antioqueñas.  

 

En el número 4 de 1984, por ejemplo, Marta Cecilia Vélez reconstruye en su texto “De cuando a la pregunta por la mujer se la denominó histeria” el relato que la religión, la sociedad y la ciencia han armado de la figura de la mujer: Eva, pecadora; Juana de Arco, bruja; y, finalmente, Dora, aquella paciente tratada como histérica por Sigmund Freud. 

Imagen:  Revista Brujas: las mujeres escriben. No. 7, 1987.  

 

BRUJAS 2.jpg

Dice también mucho de estas publicaciones sus orígenes: el primer texto es anónimo y sigue los caminos de una tradición religiosa, mientras el segundo es un trabajo colectivo que busca romper con los ideales impuestos. De cualquier forma, ambos son testimonio de cómo las mujeres han encontrado maneras de hablar sobre sí mismas en cada uno de los contextos históricos regionales en los que se han desenvuelto. 

 

imagen: Revista Brujas: las mujeres escriben. No. 5, 1985. 

Ahora, pensemos, ¿qué relatos sobre las mujeres de nuestra época quedarán como testimonio histórico para el futuro?