Naciste en 1827 en Santa Rosa de Osos y te graduaste de abogado en Bogotá en 1851. Allá te hiciste conservador y jamás cambiaste de partido en una época llena de voltearepas. Fuiste abogado, educador, catedrático, comerciante, político y, desde luego, militar. En tu época todos lo fueron.

Fuiste presidente del Estado Soberano de Antioquia en una época en que el país se llamaba Estados Unidos de Colombia. Y no fue por tu simpatía, ni por tu amabilidad ni tu dulzura, sino por tu don autoritario e impositivo que lograste que desde Bogotá te reconociera el gobierno central liberal y te dejaran tranquilo en el poder por casi diez años, entre 1864 y 1873.

Todo hay que decirlo, fuiste el gran organizador: con tu espíritu pragmático mandaste a construir caminos, pusiste el primer dinero para el Ferrocarril de Antioquia, fundaste el Colegio del Estado (que luego se volvió la U de A) y en general hiciste lo que hoy los noticieros llaman «fortalecer las instituciones». Aunque todo lo hiciste muy a tu modo: como un autoritario.

Las luces y sombras de nuestro personaje en una producción local que recrea históricamente su tiempo.