Considerado el gran poeta del movimiento nadaísta, en sus versos no es fácil aburrirse o pasar sin despeinarse con ventarrones de sabiduría profunda. Nacido en Pueblorrico, Antioquia, en su obra vibran ecos paganos y ríos agitados, diosas naturales del Pacífico, culebreros de montaña que hacen brotar palabras de sus cestas, y una tradición de grandes “decidores” de la que supo hacer honor. Con su primer libro, Los poemas de la ofensa, ganó en 1967 el Premio de Poesía Cassius Clay, organizado por los nadaístas. Y desde entonces no paró de sorprender, por escrito y en voz alta, algo que cultivó como un arte en sí mismo, fuera de todo cliché. Fue también publicista y editor. Y desde 1985 y hasta el día de su muerte dirigió el taller de poesía de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín.